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7 falacias sobre el abolicionismo de la prostitución

Actualizado: hace 6 horas

Te brindamos recursos prácticos para ahorrarte tiempo en esos debates acerca de las opresiones que sufrimos las mujeres, que suelen acabar en una fiesta de falacias sobre el abolicionismo de la prostitución, que es el mal, lo relativo de la forma de explotación más antigua del mundo, la libertad de cada cual, y lo protegidas que estaríamos todas, empezando por las más vulnerables, si fuera legal que nos alquilaran para sexo como quien va a un concesionario a alquilar una camioneta.


En este post encontrarás explicación práctica de cada falacia y contraargumento, para guardar, copiar y pegar.


Aprovechamos para recordarte que la semana pasada hablamos de las falacias sobre la regulación de la prostitución. Por si también quieres echarles un ojo.


Como siempre, al final del post, tienes referencias de webs y material de consulta para seguir ahondando acerca de la temática.


¡Al lío!


El abolicionismo es moral judeocristiana.

Ad hominem circunstancial (ad mullier en este caso): la moral judeocristiana divide a las mujeres en esposas (propiedad de un hombre) y putas (propiedad de muchos hombres). En la moral judeocristiana no somos dueñas de nuestra sexualidad, sino que existimos para complacer a los hombres: sólo a unos si somos esposas, o a todos, desde la humillación y no desde nuestro deseo, si acaso se nos ocurriera la insólita idea de tener una vida sexual activa. La moral judeocristiana recluye a las mujeres deseantes o las lanza al sistema prostituyente después de innumerables violaciones correctivas. Te acostarás con todos, no en función a tus deseos, sino bajo nuestras condiciones. El abolicionismo, por contra, reconoce la autonomía de todas las mujeres como seres humanos deseantes, con una sexualidad dispuesta para sus deseos, no los de otros, y reivindica la necesidad urgente de entender el sexo como una relación entre iguales, alejado de cualquier acuerdo mercantil nacido para subyugar y someter.


El abolicionismo es puritanismo.

Esto es una mezcla entre magufada torcidera y falacia de la conversión ilícita: parte de la magufada o torcidero interés en comparar situación de prostitución con naturalización del sexo, cuando una cosa es reconocer el sexo como un fenómeno natural entre seres humanos libres y reivindicar, por tanto, la libertad sexual de las mujeres, y otra, completamente contraria, de hecho, es la situación de prostitución, que despersonaliza a las mujeres y nos sitúa en el mundo como objetos en alquiler para satisfacer los deseos de otros. Con base en esta magufada inicial, se deduce que, como el puritanismo está en contra de la naturalización del sexo, el abolicionismo es puritanismo. El abolicionismo, precisamente, aboga por un sexo libre y sano entre dos o varias personas iguales que se desean de manera bidireccional, multidireccional. El abolicionismo rechaza la prostitución por coartar la autonomía sexual de las mujeres y ser una forma directa de violencia, que niega nuestra naturaleza humana y nos trata como cosas.


Las abolicionistas hablan desde el privilegio y la sexualidad burguesa.

Esto es una magufada tan inmensa que nos da esta vergüenza ajena nombrarla. Hay decenas de activistas abolicionistas, supervivientes del sistema prostituyente, que están muy lejos, mucho, de ser ni de haber sido jamás privilegiadas en nada. En segundo lugar, precisamente, el concepto sexualidad burguesa hace referencia, entre otras tantas cosas, a la mercantilización de la sexualidad a través del porno o la prostitución. Vamos, que según este concepto, la prostitución es una manifestación de la sexualidad burguesa, no el abolicionismo.


Las abolicionistas no tienen derecho a decidir por las mujeres en situación de prostitución.

Populismo de manual, hombre de paja y una variante escurridiza del “calladitas estás más guapas”: en primer lugar, decidimos sobre qué tipo de Estado queremos y sobre los valores de ese Estado, que es igual para todas las personas, no hay diferencias. En segundo lugar, se legaliza o se ilegaliza en función de la dignidad humana y del bienestar de las personas, no en función de votaciones basadas en decisiones individuales. Esto suponiendo que la mayoría de mujeres en situación de prostitución prefieran que el Estado las considerara trabajadoras a que las ayudara a salir de esta situación, que no es el caso. En tercer lugar, la separación entre mujeres en situación de prostitución y mujeres libres es totalmente ilusoria. Cualquiera de nosotras podría estar en situación de prostitución. Aunque no lo queramos ver, es un riesgo que corremos todas, igual que cualquier otro tipo de violencia. Todas tenemos el derecho legítimo de levantarnos contra esta forma de violencia y rechazar sin fisuras que pueda ser entendida legalmente como trabajo remunerado.


Las abolicionistas nos ponen en riesgo porque, si se acabara la prostitución, aumentarían las violaciones.

Falacia de la bola de nieve: se basa en la creencia de que los hombres son malas bestias que necesitan penetrar lo que sea, como sea. Si no es a las buenas, es a las malas (ojo aquí, luego las odiahombres somos nosotras, cuando es el propio machismo el que los denigra y los entiende como animales). Precisamente la prostitución y la pornografía alimentan la violencia contra las mujeres y normalizan la creencia de que se puede tener con nosotras sexo no deseado, que los hombres no deben trabajar en su manera de establecer relaciones, sino insistir más, emborracharnos o pagar.


“Las abolicionistas quieren quitarle el pan a las putas.”

Hombre de paja: el abolicionismo aboga por la eliminación de una práctica basada en violencia, desigualdad y explotación, penando a los puteros, no a las mujeres, y proponiendo medidas de apoyo y alternativas para que nadie dependa de la prostitución. Estas medidas incluyen apoyo psicológico (después de varios años en situación de prostitución, la mayoría de mujeres cree que no es capaz de salir de ese sistema, por no verse capacitadas para “otra cosa”), formación y ayudas económicas. El abolicionismo lucha para liberar a todas las mujeres de la explotación y la precariedad, no trata de quitarle “el pan” a nadie. Amén, de que cuando una mujer tiene falta de pan, lo suyo es ayudarla para que consiga un medio de vida digno, no meterle una polla en la boca.


Las abolicionistas son paternalistas y tratan a las mujeres como tontas sin decisión sobre sus cuerpos.

Otro hombre de paja: El abolicionismo no busca impedir que las mujeres tomemos decisiones, sino proteger nuestra autonomía y nuestra dignidad frente a un sistema estructuralmente violento. De la misma manera que la lucha obrera no es “paternalista” con la clase trabajadora, ni nadie te trata por tonta blindando que no te puedas “decidir” cobrar menos del SMI. La “libertad” para “decidir” ser esclavizada o prostituida, dando impunidad a quien se aprovecha de esa situación, no es un derecho, es un fracaso social.


Tienes interesantes recursos para seguir formándote en nuestra sección Material de Consulta. Igualmente, añadimos aquí webs de interés que te servirán para rebatir estas y otras falacias sobre el abolicionismo de la prostitución:






Además, hemos publicado este post en nuestra cuenta de Instagram, en forma de Carrusel, para que puedas compartirlo de manera práctica para ti :)


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