Patricia M. Gozalbo sobre el Pinkwashing: "Ilegalizaría el poder obtener ganancias a costa del cáncer de mama"
- Disi_dencias

- 26 oct
- 7 Min. de lectura
Este mes es el "mes rosa", como cada octubre, desde que Estée Lauder, pionera en pinkwashing, decidiera aprovechar el impacto del cáncer de mama en las mujeres para publicitarse y hacer negocio. @Tocatelastetas te lo explica al dedillo en este post.
Queríamos contar con una voz disruptiva y cercana que nos ayudara a desenredar la maraña de despropósitos que surgen de la unión entre cáncer y género. Encontramos esa voz en nuestra admiradísima Patricia M. Gozalbo, diagnosticada de cáncer de mama luminal A en marzo de 2021.
Deseamos que esta entrevista te aporte tanto como nos ha aportado a nosotras.
¿Cómo ha sido para ti padecer Cáncer en la sociedad que nos ha tocado vivir y cómo te gustaría que hubiera sido? ¿Con qué incongruencias te has enfrentado? ¿Qué condicionantes género has detectado?
De pequeña recuerdo oír referencias a esta enfermedad como “el mal ruin”; no se la nombraba directamente. Esto lo hemos revertido, aunque no siempre de la manera más adecuada.
Considero que enfrentarse a un cáncer de mama hoy en día es menos complicado que hace unos años. Se ha avanzado en detección precoz, tratamiento y visibilidad, aunque también tengo la sensación de que estos avances en ocasiones se tambalean y dependen de la Comunidad en la que se viva.
El primer pensamiento que tuve al recibir el diagnóstico fue que “no me venía bien”, como si una enfermedad así pudiera tener un momento adecuado en la vida de alguien. Es una emoción que he encontrado también en otras pacientes, cada una con vidas muy distintas. Ponernos en el centro cuando enfermamos sigue siendo una asignatura pendiente para muchas mujeres.
Pasar de ser cuidadoras a tener que ser cuidadas es un proceso que debemos aceptar y facilitarnos. Este cambio no puede entenderse de manera independiente de la enfermedad, ni debe ser un privilegio determinado por el entorno.
Me diagnosticaron con 49 años y, por lo visto, mi tumor era el “típico para mi edad”, como si fuera un efecto secundario más de la menopausia, lo que, supuestamente, debía tranquilizarme, cuando lo único que servía era para minimizar a lo que me enfrentaba, y a mí eso no me daba tranquilidad en absoluto. Conciente de la eficacia que los tratamiento iban a tener, en mi caso, quería ser yo la que manejara las emociones al respecto, no tener que ajustarme al patrón de reacciones positivas que se nos presupone.
El primer pensamiento que tuve al recibir el diagnóstico fue que “no me venía bien”, como si una enfermedad así pudiera tener un momento adecuado en la vida de alguien. Es una emoción que he encontrado también en otras pacientes, cada una con vidas muy distintas. Ponernos en el centro cuando enfermamos sigue siendo una asignatura pendiente para muchas mujeres.
Sobre la infantilización que subyace en el lazo rosa: no nos imaginamos un día dedicado a concienciar sobre el cáncer de próstata lleno de lazos azules. A los hombres eso les haría mucha gracia, ¿verdad? ¿por qué nosotras siempre acabamos cayendo en trampas de este tipo incluso sin darnos cuenta?
Hace años se realizaron unas decoraciones navideñas en forma de testículos con la finalidad de recaudar fondos para la investigación del cáncer testicular. La campaña fue un completo fracaso. Hoy en día tampoco vemos a muchos hombres en la publicidad de hemorroides, gases o estreñimiento. El cuerpo femenino es el menos estudiado, pero el más expuesto. Pienso que la manera en la que se visibilizan las patologías exclusivas del cuerpo de las mujeres está dirigida a normalizarlas, a restarles importancia, consiguiendo así que en nosotras cohabiten la enfermedad con las cargas familiares y sociales. Al mismo tiempo, se nos exalta como "luchadoras" y "guerreras" en reconocimiento a un supuesta actitud valiente, que realmente esconde la renuncia de nuestras necesidades.
Se nos exalta como "luchadoras" y "guerreras" en reconocimiento a un supuesta actitud valiente, que realmente esconde la renuncia de nuestras necesidades.
¿Cómo visibilizarías tú este día? ¿Cómo evitarías el Pinkwashing? ¿Con qué símbolos sustituirías el lazo rosa?
El "merchandising" que existe relativo al cáncer de mama siempre me ha resultado, cuanto menos, irritante, y ahora, tras haberlo vivido, incluso ofensivo. El Pinkwashing ha convertido un día en un mes de ganancias. Ahora se habla del "Octubre mes rosa" y únicamente es para que el recorrido de las campañas publicitarias tenga más sentido.
¿Qué tipo de apoyo es, si termina generando más beneficios económicos a las marcas que donaciones a la investigación?
Directamente Ilegalizaría el poder obtener ganancias a costa del cáncer de mama. Y en caso de realizar campañas, obligaría legalmente a donar el 100% de lo recaudado.
Al lazo le devolvería su color original, el melocotón, conciente de que el problema no es el color en sí, sino el uso que se hace de él, y de que el verdadero símbolo del cáncer no debería ser un lazo, sino una cadena.
El verdadero símbolo del cáncer no debería ser un lazo, sino una cadena.
La cara más cruda del Pinkwashing son sin duda las marcas que hacen campaña promoviendo la compra de productos dañinos. Háblanos un poco sobre los disruptores endocrinos tan presentes en el sector de la estética (mal llamado "cuidado personal")
Los disruptores endocrinos son sustancias químicas que interfieren en el sistema hormonal, imitando o bloqueando su acción natural y se encuentran en numerosos productos de uso diario.
Pueden alterar las señales hormonales del cuerpo, y esas alteraciones, con el tiempo, pueden favorecer el desarrollo de ciertos tipos de cáncer.
No es mi intención crear ningún tipo de alarma con un tema tan complejo y difícil de resumir, pero creo que deberíamos estar alerta ante muchos de los productos que en estos días participan en las campañas del “mes rosa” y que contienen sustancias perjudiciales para nuestra salud.
¿Qué grado de conciencia puede tener una marca que, por un lado, dona el 1% del precio de su elaboradísimo envase rosado, creado especialmente para la ocasión y, por el otro, incluye químicos que se ha demostrado que son nocivos?
Más allá del Pinkwashing y las marcas que se visten de rosa, sobre solidaridad y nicho de mercado: ¿Qué opinión tienes de los negocios de estética que brindan servicios gratuitos como diseño de cejas postizas o tatuajes que encubren cicatrices?
Creo que es una opción personal. Hay mujeres que necesitan ese tipo de tatuajes, y he conocido tatuadoras de pezones que lo hacían realmente impulsadas por la necesidad de ayudar, con la idea de que eso restaura la relación con la imagen corporal.
Trabajar la aceptación del cuerpo siempre es complicado y más cuando se atraviesa una enfermedad. Es un momento de máxima fragilidad como para enfrentarse a algo que ya de por sí nos cuesta mucho. La presión estética es mayor en las mujeres enfermas que en los hombres, pero si ya en la vida diaria nos resulta difícil, sería importante llegar a esos momentos con más seguridad y fortaleza de la que la sociedad nos transmite; no tener que seguir demostrando constantemente quienes somos.
Parece que siempre cargamos con un peso extra, una exigencia constante: no caer en la presión estética y luchar contra ella, incluso en los momentos más duros.
¿Crees que debemos tener espacios en los que se hable más y con mayor visibilidad acerca de todo lo que rodea al cáncer de mama, empezando por los prejuicios sociales?
Creo que hay bastantes espacios pero no se utilizan de manera realmente constructiva, se enfocan más bien en romantizar la enfermedad.
Uno de los prejuicios sociales alrededor del cáncer de mama lo causa la intencionada y excesiva visibilidad que se da a las historias de su superación, mientras se silencia el hecho de que muchas mujeres siguen muriendo por esta causa. Cuando eso ocurre, se transmite la idea de que “se ha perdido la batalla”, como si sobrevivir a un cáncer de mama metastásico fuera una cuestión de estrategia o de ganas.
Existen varios tipos de cáncer de mama, y la gravedad de cada uno no depende de la actitud de la mujer a la que se le diagnostica. Ser fuerte, valiente o mantener una sonrisa no influye en la clase de tumor, aunque sí puede tranquilizar a las personas que la rodean.
Esa actitud positiva llega a ser una presión añadida, negarse la necesidad de llorar, enfadarse y tener miedo es lo realmente perjudicial a nivel emocional durante el proceso de la enfermedad.
Es curioso que se demonicen nuestros pechos constantemente. No se pueden ver en ningún sitio, excepto en las revistas para hombres y las pelis porno y, sin embargo, tampoco nos dejan vivir con naturalidad la posibilidad de no querer una reconstrucción posterior a la masectomía por cáncer. ¿Qué crees que hay detrás de esta incongruencia?
No querer reconstituirse el pecho, aceptarse y aprender a convivir con la ausencia de una, o las dos mamas, es una opción personal que todavía suena como peculiar, aunque cada vez hay más mujeres que deciden no querer más molestias y más operaciones. Porque en muchos casos la reconstrucción es un proceso de dolor añadido por el que no quieren pasar.
A pesar de ser consideradas parte íntima de nuestros cuerpos, nuestras tetas pertenecen más a la esfera pública que a la privada, y las decisiones sobre ellas se toman socialmente. Dejamos de decidir
libremente sobre nuestros pechos desde el momento en que fueron sexualizados. A partir de entonces, deben responder a determinados cánones estéticos, lo que hace que parte de nuestra autoestima corporal pueda llegar a depender de encajar en ellos. Por eso, en la mayoría de las consultas se habla directamente de la reconstrucción en los casos de mastectomía, sin dar a la paciente la oportunidad de reflexionar sobre esa decisión.
A pesar de ser consideradas parte íntima de nuestros cuerpos, nuestras tetas pertenecen más a la esfera pública que a la privada, y las decisiones sobre ellas se toman socialmente. Dejamos de decidir
libremente sobre nuestros pechos desde el momento en que fueron sexualizados.
¿Qué le dirías a la Patricia de 2021, recién diagnosticada de Luminal A?
Que confíe plenamente en los tratamientos, en la ciencia y en la medicina, sin temor, pero que al mismo tiempo mantenga la escucha de su instinto y de sus emociones. Conectar con el propio cuerpo y comprenderlo es fundamental en los momentos en los que parece que perdamos su control.
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